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LAS MUJERES DEL MUNDO SE LEVANTAN

 

De súbito el mundo tembló nuevamente como aquel 11 de septiembre, ante la inusitada noticia de que los talibanes retoman el control en Afganistán, pese a que su principal mensaje fue mantener relaciones pacíficas con otros países y de respetar los derechos de las mujeres, siempre y cuando sea “en el marco de la ley islámica”, las dudas siguen porque Afganistán durante el dominio talibán fue considerado el peor lugar donde una mujer podía vivir, ya que, una de cada 11 afganas moría durante un parto, niñas y adolescentes eran obligadas a casarse, el 77% sufría discriminación laboral y otro 94 % eran incapacitadas económicamente, sin contar sus ejecuciones públicas: lapidaciones, mutilaciones, muertes violentas injustificadas. Derechos que se fueron reivindicando luego del ataque terrorista de Al Qaeda a Estados Unidos en las torres gemelas, el Pentágono y Pensilvania, cuando EEUU frenó estos actos siniestros, y que ahora, según parece, van a ser sepultadas en el oscurantismo del terror y la opresión.

 

Por ahora, las escuelas se cerraron, se eliminó los nombres de mujer en las calles, las portadas en carteles se tacharon. Malala Yousafzai, activista pakistaní y premio Nobel de la Paz, manifestó su honda preocupación por las mujeres y los niños, las minorías y los defensores de los derechos humanos. La situación crítica que vive Afganistán debe concitar la atención del mundo, sobre todo porque las mujeres y niños están siendo objeto de discriminación, repudio y tortura.

 

 ¿Será solo responsabilidad de EE.UU, como se arguye?, ¿Será que un pueblo sumergido en la ignorancia y la miseria siempre es presa fácil para ser avasallada cruelmente? ¿Será que el terrorismo, el tráfico de armas, de drogas y trata de personas es más importante que la educación, el respeto de los derechos humanos?, ¿Qué será…?  Lo claro, lo justo es que hombres y mujeres de todos los rincones del mundo, desde Lisboa, Oporto, Coimbra, Braga, Faro, Pekín, hasta Ginebra, Barcelona, París, Manchester, Edimburgo, Belfast, Liverpool, Londres, Buenos Aires, Ecuador, con fuerza, con decisión, con el compromiso de “resistir” debemos emitir proclamas como “nosotros el pueblo somos más fuertes que el miedo”, “los derechos de las mujeres son derechos humanos”, “respeto para todos” “basta de discriminación e hipocresía de los gobernantes”, si se escucharan constante y persistentemente, al punto que ni el frío nos calcine, ni el calor nos amilane, su eco quizá como un susurro las movería, las incitaría…

 

¡Levantemos la voz!, es aquí y ahora que el manifiesto de la marcha de mujeres, desde el otro lado del mundo, se avive, se encienda para dejar de ser impasibles, fríos, inermes contra los terroristas que avasallan, que se ensañan contra aquel pobre pueblo, que con su “religiosidad”, sus dogmas invocan: violencia sexista, misoginia, xenofobia… ¡Basta ya!

 

Las mujeres del mundo, del Ecuador, del Carchi, de Tulcán, nos levantamos porque hemos dejado de ser moldeadas  por manos ajenas, porque ahora sí, nos dolemos de nuestras angustias, de nuestros dolores, de nuestras humillaciones, porque es necesario romper el silencio, atravesar suelos y confines para en un grito universal y enloquecido, lanzar a bocanadas proclamas de respeto, de fuerza y de ganas de seguir adelante, venciendo el machismo, la desigualdad, la falta de humanidad en gobernantes y gobernados, porque las mujeres no somos objetos que se pueden mancillar, ofender o utilizar, porque desde Rusia, Egipto, Japón y Ecuador buscamos nuestras propias raíces, reivindicamos nuestra propia identidad, nuestro derecho a vivir… a estar…

 

¡Sí! Estamos preparadas para retarle al mundo entero, si es preciso que las afganas, las paquistanís, las indias, las latinas, damos, aportamos, en la formación de una nueva sociedad donde prime la inclusión, la participación directa y soberana de quienes ante las adversidades, ante la ofensa y la calumnia nos hemos levantado y cuáles aves fénix hemos proclamado nuestra verdad. Es que ellas, nosotras, ancestralmente hemos sobrevivido a la conquista brutal y despiadada de “los conquistadores” que en nuestra propia tierra osaron mancillarla y con ella nuestros credos, nuestros dioses, aún seguimos: vivas, firmes…

 

¡Ahora estamos aquí en vigilia!, esperando una llamada, una encomienda, para cuando en Washington, en Londres, París o en Tulcán, decidamos levantarnos, lo hagamos con fuerza, con gana, en contra de la discriminación, de la ofensa, del agravio que pretenda silenciarnos, que pretenda privarnos…

¡Aquí estamos las mujeres del mundo…!

 

Narciza Tapia Guerrón